Por Susana Achondo
Intagram: @huerto_citadino
No sé si fue la necesidad de alimentar de manera orgánica a mi familia, tratar de independizarme del sistema o solo por experimentar con algo nuevo. Hace un par de años comencé con un huerto en medio de la ciudad, “Mi Huerto Citadino”.
Empecé con un par de cajones de tomates forrados de saco, y un pallet como huerto vertical, con semillas que compré impulsivamente en el supermercado y aromáticas a mi casera de la Feria y sin darme cuenta, comencé a enamorarme de la posibilidad de cultivar mi propio alimento.
El ver una pequeña semilla (que venía de una pepa de tomate), y que esa pepa, era capaz de transformarse en una planta de tomates, que me iba a dar muchos tomates, fue algo que hizo click en mi cabeza y me hizo querer llenar cada espacio de mi patio, con los cultivos de temporada.
El Huerto Urbano, es un proceso maravilloso, donde tienes que aprovechar el espacio del que dispones. Adecuarse a las horas de sol que tienes en él y ver dentro de lo que te interesa comer, las mejores asociaciones de cultivos, para aprovechar cada centímetro.
El proceso de un Huerto Urbano, te obliga a conectarte con los con los tiempos reales, con el aquí y el ahora. Siempre fui súper «apurete», quería todo ahora, quería una respuesta y la ”googleaba”. Necesitaba hablar con alguien y le mandaba un mensaje de voz (ni siquiera escribía para no perder tiempo jajaja). Quería solucionar algún problema y mandaba un correo electrónico… Pero el cultivar mi propio alimento, me ha conectado con los tiempos de la naturaleza. Me ha enseñado a esperar, a calmar mi ansiedad, aceptar errores y frustraciones. Es un proceso maravilloso que está lleno de aprendizajes, donde tu premio es la cosecha y la sensación de soberanía… y eso, me hace feliz!.